Ser consciente de que tenemos un tiempo limitado puede ser de alguna forma un impedimento para que nos realicemos como ser humano, pero no podemos dejar que una situación así no influya de un modo tan negativo que nos inspira vivir la vida y expresarnos en ella. Se dice que somos la consecuencia de nuestros actos, pero también lo somos de nuestros pensamientos e ilusiones, pues todos aquellos proyectos que nos inspiran a seguir adelante son necesarios para generar una vida de la que podamos sentirnos orgullosos. Si queremos limitar nuestros actos a la pura especulación no llegaremos a ser mucho más que simples filósofos de barra, a los cuales veremos siempre mirando hacia el pasado ya que su futuro ha sido siempre un pozo del que no han sabido salir. A veces las caídas no son exclusiva mente físicas, sino que psicológicamente podemos atrofiar nuestro pensamiento impidiendo que nos valoremos como seres humanos y tengamos inquietudes más allá de las que la propia sociedad nos ha definido. Si queremos llegar a ser seres realizados y con un alma inquebrantable que no se rinda ante las vicisitudes del día a día, debemos ejercitar nuestra personalidad del mismo modo que se templa el acero bajo el golpe del martillo el fuego y el choque del metal sobre el yunque.
Es por eso que no debemos limitar nuestro tiempo a lo que podemos percibir cómo real o aquello que se nos antoja probable, pues por mucho que nos intentemos adelantar al tiempo siempre se abrirán puertas y opciones que no somos capaces de percibir o adelantar y que nos permitirán o no triunfar en nuestros proyectos personales. De nada nos sirve rendirnos mucho antes incluso de haber empezado actuar, pues la vida de cada individuo deja de ser un proyecto aislado para formar parte de un colectivo de una sociedad que se retroalimenta a sí mismo unos de otros y que del mismo modo que no nos permite con nuestras única fuerza llegar al éxito, las propias posibilidades expontanea que surgen a nuestro alrededor por la interacción de las personas y los actos concretos de cada uno de ellos generan ese tipo de posibilidades qué lejos delimitar no nos dan un abanico de oportunidades mucho mayor de lo que a priori podríamos esperar.
Es fácil rendirse cuando todo parece perdido, pero incluso en los momentos así es cuando suelen aparecer las posibilidades más drásticas pero también que permiten una creatividad que solo será en los periodos de crisis.