La mayoría de las veces buscamos una forma de intentar encajar en en el mundo, pero lo cierto es que es mucho más complicado de lo que a priori podríamos plantear. Todos tenemos siempre una necesidad por encajar dentro de la sociedad, de la familia, incluso en el trabajo o con los amigos, pero la verdad es que esa necesidad de sentirnos validado por los demás solo una reminiscencia de un tiempo pasado en el que el ser humano necesita va para su supervivencia que los demás lo incluyeran en el grupo.
Todo lo que somos depende de la influencia externa, pero sin duda no somos lo que percibimos sino el total de las experiencias vividas junto a la capacidad crítica para dilucidar e interpretar aquello que hemos sentido y percibido. Debemos dejar que el mundo intenté formar parte de lo que somos, pero también debemos ser consciente de que estamos constantemente interactuando con esa realidad en la que existimos. Poseemos una capacidad humana que nos permite comprender y observar el universo y todo lo que está a nuestro alrededor, pero eso no se limita a ser meros espectadores del mundo si no debemos formar parte de aquello de lo que somos participes, interactuando con la realidad y produciendo efectos del mismo modo que se advierten las consecuencias de los hechos externos en los que estamos constantemente expuestos.
Si queremos de algún modo intentar comprender cuál es el sentido de la vida, estamos obligados a plantearnos en cada instante no solo quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos sino cuál es el sentido profundo de la razón de nuestra existencia, y para ello debemos comprender y aceptar que se cumple una de las máximas de la ciencia en sí misma qué es la segunda ley de la termodinámica, dónde se nos explica claramente de que debe existir 1 agente externo qué tienda a mantener un equilibrio dentro de la propia energía y en si la materia pues de no existir está influencia todo lo que percibimos y concebimos como realidad tiende indefectiblemente al caos. De ahí que aceptemos la idea de un arquitecto en este universo en el que coexistimos tanto energía como materia, la cual no es más que una expresión tridimensional de unos efectos qué pueden ser cuantitativo en un laboratorio, pero que no se limitan exclusivamente a esos efectos. La idea de Dios es obligatoria para comprender y aceptar nuestra existencia y el sentido por tanto de la vida.