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Elecciones en EEUU ¿y ahora que?


Desde el primer año de legislatura bajo el gobierno de Trump, ha sido una constante la búsqueda de objetivos a largo plazo, como si la intención de su campaña fuera la de ser reelegido en las siguientes elecciones. No podemos negar que han sido muchos y variados los movimientos de dicho gobierno durante todo su mandato, pero tampoco podemos ignorar que las perspectivas se han visto siempre acotadas bajo una telúrica insinuación de que todos los esfuerzos hechos hasta la fecha acabarían por diluirse en el caso de una posible derrota en su reelección. El caso es que de una forma u otra, hemos llegado a ese momento de la historia. Pero que por mucho que se nos intente vender una nueva victoria en esta lucha del bien contra el mal, seguimos en la misma disyuntiva, dejando en la boca de todos los ciudadanos, ese sabor agridulce que ya se nos ha vuelto algo habitual en nuestras vidas.

La pregunta que nos lleva corroyendo en la mente de buena parte de la sociedad, por mucho que no queramos darle crédito, es si toda esta batalla por la victoria es en realidad algo que nos interese, o si por el contrario, no somos más que marionetas entretenidas en un tablero del que no somos más que fichas prescindibles ante aquellos que miran única y exclusivamente por sus intereses.

Yo, por mi parte, hace tiempo que comencé a estar harto de promesas vacías de un Edén prodigioso en el que se nos promete las dádivas, a cambio de nuestra paciencia, confianza y devoción constante. Mientras una minoría, me importa poco en que bando estén, mantienen un nivel de vida inalcanzable para gran parte de la población de este maltratado planeta, la inmensa mayoría se tiene que contentar con las migajas de una mesa que desborda en suculentos manjares, pero que exclusivamente se nos permite soñar con un mañana ideal, mientras la realidad se nos plasma como una auténtica batalla solitaria, en la que ya es una victoria el sobrevivir al día a día ante los continuos embates que nos proporciona un sistema que en teoría está para facilitarnos la existencia, pero que en realidad se ha convertido en el yugo que nos presiona constantemente.

Hace bastante tiempo que dejé de esperar algo de la sociedad, pero por mucho que me haya alejado de ese sistema, noto como ha ido creciendo en los últimos años, extendiendo sus tentáculos a todo lo que tiene que ver con los recursos más básicos del ser humano. Y la vida en la actualidad ya no es una experiencia en la que las personas nacen para crear un proyecto de vida y una búsqueda de la felicidad, sino la de intentar sobrevivir en un sistema hostil, que nada tiene que ver con el universo que se rige por las leyes naturales, sino que vivimos atrapados en una telaraña en la nos encontramos en una constante huida hacia adelante, para evitar ser devorados en vida.

En momentos como estos, en los que una gran parte de la humanidad deberíamos estar celebrando una victoria, yo me siento arrinconado ante una sociedad que ni deseo ni comprendo, y por la que me pregunto si de verdad me interesa luchar. No encuentro una razón para seguir defendiendo un modo de vida que se me asemeja a una condena a trabajos forzados, por el simple hecho de seguir vivo.

En un día como hoy, no me interesa defender un modo de vida que pasa por encima de millones de personas como si fuera una apisonadora, por el simple hecho del bien de la mayoría. No quiero ni deseo ser representado por nadie ante el mundo, pues solo Dios me ha acompañado cada día en los momentos de alegrías y fatigas por las que ha sido mi vida. Así que es a él a quien debo explicaciones en el momento que me reclame. Y sé que tiene un plan para cada uno de nosotros, incluso para alguien tan perdido como yo. Pero también sé que del mismo modo que me insufló de vida, me dotó de un espíritu rebelde que se niega a formar parte de este circo mediático, para que jamás me conforme con lo que tengo frente a mi, sino que dirija constantemente la vista y el corazón hacia un horizonte que me impulsa a seguir mi propio camino.

Queda lejos, lo entiendo, pero hoy al menos he comprendido cual es mi destino.

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