La
cantidad de absurdos que podemos encontrarnos en la actualidad a
nivel político en España, nos podría parecer a priori una amalgama
inconexa de continuos despropósitos que no parecen tener una
relación en común, como los movimientos estertores del rabo de una
lagartija al ser seccionado del cuerpo del reptil. Sin duda no
estaríamos desencaminados al aventurar tal hipótesis, aunque es
también necesario hacer hincapié en que esta situación dramática
no es original ni mucho menos la más perjudicial en la historia de
este país. Solo un rápido vistazo a cualquier libro sobre
nuestro pasado nos podría dar una visión periférica y no menos acertada de la constante a la vez que reiterativa constancia de nuestros antepasados en hacer que una posible oportunidad acabe convirtiéndose en una calamitosa anécdota que muchos a día de hoy desean o parecen haber olvidado. No es de extrañar, pues en ningún caso, a nadie le gusta ser recordado por su ineptitud y negligencia.
nuestro pasado nos podría dar una visión periférica y no menos acertada de la constante a la vez que reiterativa constancia de nuestros antepasados en hacer que una posible oportunidad acabe convirtiéndose en una calamitosa anécdota que muchos a día de hoy desean o parecen haber olvidado. No es de extrañar, pues en ningún caso, a nadie le gusta ser recordado por su ineptitud y negligencia.
Lo
cierto es que de esta forma, corremos el riesgo de volver a cometer
los mismo errores de forma reiterativa, con el añadido de que la
suma de los factores hace en este caso que el resultado sea aún más
negativo en su defecto.
Tengo
la ligera sospecha de que a día de hoy pecamos más inocencia que de
malicia, lo cual no intenta justificar unos hechos que en definitiva
van a llevar al país a una de las crisis más espectaculares, y lo
digo con el conocimiento de causa que lleva implícito el adjetivo,
pues desde luego, el palco para el espectáculo lo tenemos
garantizado todos los ciudadanos, a un precio que probablemente
pagarán los nietos de no e sabe quién, pues a este paso, incluso la
natalidad será un lujo que si ahora se asemeja prohibitivo, en el
futuro será una quimera para la totalidad de los ya nacidos.
Desde
luego que existe una posibilidad que aunque a muchos se les escape,
no deja por ello de ser tan plausible como cualquier otra. Pues en
definitiva, todo acontecimiento del pasado nos enseña un hecho
concreto. Y es que por muy oscuro y cenizo que nos pueda parecer el
presente, a sabiendas de las lamentables oportunidades que nos
esperan en el futuro, el tiempo jamás se ha detenido ante la
imposibilidad de seguir adelante en un proceso que nos parecía
unidireccional. Las mayores catástrofes llevan consigo un relato que
no suele ser contado, pero que es aleccionador para quién sepa leer
entre lineas la historia. Pues todo acontecimiento llevó a un
proceso regenerativo y transgresor en las situaciones más caóticas,
dejando que los seres humanos de forma espontánea se sobrevinieran
ante las vicisitudes, haciendo lo que mejor hacen, que es el seguir
adelante y construir.
Nada
de lo que damos por hecho en la actualidad, existía en el pasado. La
historia es un proceso que lleva en muchos aspectos mayores
sacrificios de los que somos capaces de soportar de forma individual.
Es ahí donde radica nuestra fuerza como especie, en la naturaleza
que se nos ha otorgado para entender, imaginar y organizarnos de una
forma espontánea, que ningún líder mesiánico ha sido capaz de
visualizar, pero que siempre desde el tiempo, unos pocos interesados
han acabado arrogando como suyos.
Sin
duda, el ser humano está hecho para olvidar y volver a cometer los
mismos errores.