Me
gusta ver las diferentes generaciones conviviendo, pero en la mayoría
de los casos lo hacen ignorándose unas a otras. Como si no
existieran en el mismo plano físico y temporal, para que solo en
contadas ocasiones se dieran el encuentro, para interactuar pero sin
sentirse plenamente reflejados el uno en el otro.
Son
muchas los vínculos que tenemos, pero que el mayoría del tiempo no
percibimos, pues nuestra propia existencia nos impide
ser plenamente conscientes de aquello que se encuentra a nuestro alrededor. Por suerte o por desgracia, aún no lo he descubierto, me encuentro en esa etapa de la vida que podría definirse como el limbo temporal entre dos generaciones. Aunque si he de ser honesto, me siento a día de hoy mucho mas cerca de aquellos que se sienten desubicados, más que los dispuestos a inventar la historia. Más viejo que joven, para hablar claramente y en plata.
ser plenamente conscientes de aquello que se encuentra a nuestro alrededor. Por suerte o por desgracia, aún no lo he descubierto, me encuentro en esa etapa de la vida que podría definirse como el limbo temporal entre dos generaciones. Aunque si he de ser honesto, me siento a día de hoy mucho mas cerca de aquellos que se sienten desubicados, más que los dispuestos a inventar la historia. Más viejo que joven, para hablar claramente y en plata.
Así
que me resulta ciertamente curioso observar y escuchar las
conversaciones de los jóvenes. Sobre todo en días festivos que los
hacen sentir muchos más vivos y aventureros si cabe.
Sin
duda, todo aquello que dicen nos sonará enormemente a la mayoría de
todos nosotros, pues están en sus palabras todas las promesas de
futuro que peligrosamente dejamos flotar en el aire con la celebre
frase de "Algún día...", pero que probablemente jamás se
cumplan, no por falta de ganas u oportunidades para hacerlas
realidad, sino porque la procrastinación es la peor de las
enfermedades para las promesas y los sueños.
Cuando
tienes mucho tiempo para pensar, como es mi caso, acabas mirando al
pasado. Y es normal que eches cuentas sobre todas aquellos planes que
jamás hiciste, las aventuras que pospusiste, las frases que nunca
pronunciaste.
Así
que cuando un grupo de chicos viajan en el asiento de atrás del
autobús, haciendo planes a pleno pulmón, como solo se hace cuando
aun el pudor y la educación no ha hecho mella en la altivez, cosa
por la que suelo excusarlos en mas de una ocasión, me dan ganas de
girarme hacia ellos y decirles "que no hay tiempo, que la vida
es tan corta y fugaz, que no podemos ir dejando de lado tan
alegremente todo aquello que nos inspira, porque algún día se
sentarán solos en un transporte publico, dándoles vueltas a la
mente sobre que cosas le pueden importar al mundo, y acaben dándose
cuenta que todas tus promesas se han convertido en recuerdos".