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Mostrando entradas de febrero, 2020

El tiempo y los deseos

Soy de esas personas que pueden decir abiertamente que han cumplido posiblemente todos sus sueños. Es cierto que me quedan algunos caprichos por cumplir, incluso soy consciente de la posibilidad de ir descubriendo nuevas metas a las que dirigir mis esfuerzos, aunque no sabría decir si se trata de un mero ejercicio mental para no aburrirme en lo que queda de vida, o es que se trata de una constante búsqueda en la que podemos sentirnos como Ulises en su odisea. Sin pretender hacer de esto una tragedia griega, haciendo un juego de palabras tras la mención anterior. Si es cierto que se abre una perspectiva diferente de la vida, cuando hemos dedicado gran parte

La responsabilidad de vivir

Suelo escuchar con demasiada frecuencia las quejas de muchas personas que de un modo un otro se sienten molestas por el comportamiento de aquellos que forman su circulo social. La crítica es siempre un ejercicio sano, si lo miramos desde la perspectiva de que ha de ser constructiva y al mismo tiempo sirva como acicate para estimular también nuestra personalidad y costumbres. Con demasiada ocasión veo que aunque las criticas

Las contradicciones que funcionan

Una de los beneficios a nivel personal de viajar constantemente es la sensación de anonimato que sientes en todo momento. De ahí que cuando me encuentro en lugares conocidos, o tengo que volver por alguna razón a mi hogar, el perder esa sensación de invisibilidad me produce un pudor extraño, como si me sintiera desnudo en la vía pública. Puede parecer una contradicción el que publique en redes sociales

Cuando miramos al pasado

Me gusta ver las diferentes generaciones conviviendo, pero en la mayoría de los casos lo hacen ignorándose unas a otras. Como si no existieran en el mismo plano físico y temporal, para que solo en contadas ocasiones se dieran el encuentro, para interactuar pero sin sentirse plenamente reflejados el uno en el otro. Son muchas los vínculos que tenemos, pero que el mayoría del tiempo no percibimos, pues nuestra propia  existencia nos impide