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Sobre las opiniones


Todos deberíamos tener una opinión sobre diferentes temas, o ese sería el ideal. El problema comienza cuando se generan las opiniones sin tener una base cimentada. Ya que en ese caso, cualquier refutación hará temblar esta opinión, dejando en cualquier caso, todo lo que hayamos construido alrededor de esa misma opinión en un serio problema de estabilidad. La gran mayoría de los aspectos que definen nuestra personalidad están sujetos a las opiniones que vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida. De ahí podemos entender que al ver peligrar nuestras opiniones, nos sintamos heridos hasta el punto de defender algunas ideas desde la emoción, cuando ya nos hemos quedado sin argumentos lógicos y racionales.
Nuestras opiniones deben estar desarrolladas bajo argumentos sólidos, que seamos capaces de comprender, exponer y aplicar correctamente en nuestra vida. Ya que estas decisiones formaran parte de lo que somos, incluso aquellas que nos puedan parecer más simples.

Si una opinión se basa en un argumento escuchado en boca de otra persona, leído en algún articulo o repetido hasta la saciedad en la gran cantidad de vídeos virales que plagan internet, pero que jamás hemos contrastado, se convierte en un peligroso pilar en el que progresivamente iremos incluyendo de forma inconsciente más información y opiniones de la misma tendencia, generando en nosotros una personalidad que no hemos elegido, sino que simplemente hemos asimilado como nuestra. Y que en el momento de ser cuestionado, defenderemos hasta el punto de sentir como una ofensa todo aquello que nos demuestra que hemos estado equivocados desde el principio.
La libertad no se encuentra en la capacidad de nuestros actos, sino en el conocimiento para tomar las decisiones adecuadas y que forjaran nuestro carácter a lo largo de la vida.

Juan Pedro Glez. Hdez.

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