La idea básica de la teoría de cuerdas plantea de forma muy original que las partículas materiales no son en realidad puntos, sino unas estructuras a modo de filamentos o cuerdas que vibran en un espacio-tiempo de más de cuatro dimensiones. Esta teoría mantiene que dependiendo del tipo de movimiento que realice una partícula, se podría identificar como un fotón, pero que al cambiar su movimiento se vería como un electrón, un quark o cualquier otro tipo de partícula estandar.
Durante la década de los años 30, el neurocirujano Wilder Penfield realizó una serie de estudios para determinar hasta que punto la mente estaba situada en el cerebro. A través de la estimulación eléctrica de diversas partes del encéfalo, como por ejemplo las áreas visuales o auditivas, descubrió que el paciente tenía alucinaciones. Y cuando estimulaba un área motriz, el paciente movía una extremidad. Lo curioso del caso es que, las personas al ser interrogadas, eran plenamente conscientes de los estímulos. Y todas afirmaban que aunque las respuestas no eran voluntarias, habían sentido una fuerza exterior que los obligaba a reaccionar así. Wilder Penfield Cuando los estímulos eléctricos se producían en el lóbulo temporal, que es donde se almacenan los recuerdos, los pacientes parecían revivir escenas del pasado, experimentando las sensaciones y pensamientos asociados a ellos. Parece ser con esto que nuestro cerebro se comporta como un disco duro que es capaz de almacenar todas las...
