El concepto de eremita o ermitaño siempre ha estado presente en la búsqueda mística y transcendental de la existencia humana. El asceta encuentra en la soledad, aislándose de cualquier vínculo con la sociedad, una relación más directa con Dios, que generalmente incluye el silencio, la castidad, la oración, el trabajo o la itinerancia. En el cristianismo se tiene la primera referencia a este movimiento a través de San Antonio Abad, un místico nacido en la ciudad de Comas, en el bajo Egipto en el año 251 de nuestra era. Según los textos de “La vida de los Santos” de Santiago de la Vorágine del siglo XIII, los cuales eran lectura habitual por parte Leonardo Da Vinci; San Antonio Abad a la edad de veinte años, vendió todas sus posesiones, y entregando el dinero a la beneficencia se retiró a vivir a una cueva muy cerca de una comunidad de la misma índole, probablemente alguna orden Terapeuta. Con el paso de los años fue adentrándose cada vez más en el desierto hasta vivir en abso...
Juan Pedro Glez. Hdez.