Es mucho el tiempo que he dedicado a no hacer nada, mirando hacia otro lado con la burda ilusión de que eso era exactamente lo que debía hacer. Nunca me interesó lo más mínimo el sufrimiento humano, aunque jugaba orquestadamente a la falsa ilusión de que si era un hombre comprometido, el cual se podía jactar de tener ideales. Incluso en algunos aspectos me he sentido un rebelde social que iba siempre a la contra de lo establecido. Pero lo cierto es que se puede ser un disidente siempre y cuando te mantengas con la cabeza gacha y metido en el redil. Los únicos aspectos que se pueden destacar de mi personalidad en el pasado es cierta ambivalencia a la hora de dejarme embaucar por lo establecido. Lo cual es en la actualidad un beneficio que me permite dilucidar y experimentar el mundo fuera de los márgenes que están preestablecidos para mi generación. Lo cual no me hace mejor, pero si me da una ventaja añadida para desde esta etapa, poder asimilar de un modo más crítico, toda la inform...