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Mostrando entradas de octubre, 2017

Dean Potter, el hombre que nació para volar.

Decir de Dean Potter que fue deportista extremo, alpinista, escalador o saltador base, es quedarse corto. Una vida como la de él, no se limitaba exclusivamente al deporte. Su amor por la montaña. La necesidad de tocar el cielo. Y una constante búsqueda del equilibrio entre la naturaleza y una mente que nunca dejo de volar, lo convirtió en un referente que nos ayudó a reconciliarnos con el miedo. Porque ese sentimiento nunca se supera, sino que nos acompaña toda la vida. Paralizando a muchos de nosotros, o inspirando a seguir adelante a unos pocos. El 16 de mayo de 2015, falleció haciendo aquello para lo que había nacido. Dean Potter fue el hombre que nació para volar.

Tokio ya no nos quiere - Ray Loriga

No es la primera vez que el olvido nos tienta con su poder de seducción. Es fácil caer en la tentación de arrojar el pasado lejos de nuestra mente. Seriamos diferentes sin tantos traumas, sin los miedos de nuestra infancia, sin los recuerdos que atormentan el sueño. Podríamos hacer tantas cosas con el poder del olvido. Ser todo, menos, nosotros mismos.

The Heart - Donavon Frankenreiter

La sinceridad suele expresarse de forma simple y diáfana. No necesita de la pomposidad y el glamour que oculta por regla general una carencia. Sin duda, escuchar este disco nos recuerda los orígenes de la música. Nos transporta a los lugares que muchos no hemos visitado nunca, pero que nuestra alma anhela como nuestros. Donavon nos recuerda con su música que la vida no necesita de grandes acontecimientos, cuando vivimos cada día como queremos ser.

Wind river

No todos los films de acción necesitan gastar la mitad de su presupuesto en efectos especiales. Sobre todo cuando se sujeta en un argumento lleno de matices. La historia se desgrana lentamente pero a buen ritmo, al igual que los sentimientos de los personajes van fluyendo a cada dialogo. Protagonistas que lejos de poseer unas aptitudes sobrenaturales, nos presentan a unos antiheroes que sangran, tiemblan de frío, y sobre todo, aprenden a sobrevivir en un mundo en el que los errores no se superan, sino que terminan formando parte de nuestras vidas. Cuando no terminan destruyéndonos. Siempre diré que las buenas películas son para hacernos soñar mientras las vemos, pero las mejores son las que lo consiguen al terminar. Esta es una de ellas.